The People of Gibraltar
1540 - Pedro Barrantes Maldonado - Gran Culpa Tiene ese Alcaide

Don Álvaro de Bazán ( 'Barbanegra' ) and Baeza - Martin Juan and Acenagaga
Barbarossa ( Barbaroxa or 'Soltam Haradin' ) and Caramani -  Balboa and Alonso Moreno,
Mucarred and Francisco Julián - Andrés de Senabria and Juan de Senabria
Francisco de Mendoza and Juan Barroso - Dalihamat and Antonio de Mendoza
María de Mendoza and Martin Sánchez - Alonso de Mesa and Alonso de Mesa ( cousins! ) 
Juan de Jaén and Alonso el Suelto - Juan Mateos and Rodrigo Nuñez
Duque de Medinasidonia and Alvaro de Piña - 

In a short note in her excellent Short History of Gibraltar on the 1540 Turkish raid on Gibraltar, local historian Dorothy Ellicott writes;
Instead of sailing away the Turkish ships came into the Bay and dropped anchor at Puente Mayorga where they proceeded to take aboard delicacies forbidden by the Koran, barrels of wine and slaughtered pigs!
If one can accept the word of Pedro Barrantes Maldonado, who was in Gibraltar a few days after this event, she was wrong. The Turks did no such thing. 

Barrantes Maldonado was a 16th century soldier and historian, an admirer and protégé of the Guzmán family (see LINK) many of which were intimately connected with the history of Gibraltar. Maldonado was also the author of a book first published in 1566 which dealt with the Turkish raid. The first section of the book is known colloquially as the Dialogo as the writing is in the form of a question and answer format between the author and a stranger. It describes in considerable detail exactly what happened during the raid. 



Maldonado describes himself in the book as:
 Yo me llamo Pedro Barrantes Maldonado, mi naturaleza es la villa de Alcántara, cabeza de la orden y caballería della . . 
He arrived in Gibraltar just after the Turks had withdrawn. His narrative was presumably based on conversations with a variety of people who were there at the time. Perhaps the fact that so many of them are mentioned by name may have been one of the reasons why the event was more widely known at the time than it really deserved. The other reason, of course, is that it supplies the reader with the catharsis of a tale of 'revenge' - the Turks got their come-uppance in the end. 


Alonso Hernández del Portillo's Historia de Gibraltar, (see LINK) written more than half a century later, dedicates a disproportionate amount of space to the Turkish raid and while he seems to have plagiarised bits from the Dialogo, there is a curious anomaly - the names of the local protagonists do not correspond, many which are mentioned in his account fail to appear in that of Maldonado - and vice versa. 

The following edited quotes omit lengthy passages dedicated to semi-medieval ideas concerning the history of Calpe, Spain and indeed the world at large, as well as descriptions on the origins of the Turks themselves. I have also left out the last section Relación - in which Maldonado abandons the dialogue format and tells us what happened to the Turks when they tried to return home. Anybody interested in any of these omissions should read the book for themselves - or perhaps a browse though the Libro Quinto of Portillo's History might also do the trick. (see LINK

Argumento del Dialogo
Viniendo Pedro Barrantes Maldonado de Gibraltar, del socorro que  fueron á hacer á aquella ciudad cuando la saquearon los turcos, se encontró con él un caballero extranjero,  que, no sabiendo la causa de venir tanta gente armada por el camino le pregunta y Barrantes Maldonado le responde, Y en preguntas y respuestas, en forma de dialogo, se cuenta largamente la venida de los turcos sobre Gibraltar y la destruición que la armada de España hizo en el armada de los turcos; que en aquella coyuntura fue cosa notable. Fue esta empresa diez días de Setiembre de mil y quinientos y cuarenta años. 

Comienza el Diálogo. 
Autor. Siendo los años pasados capitán de las galeras de España don Álvaro de Bazán, en algunas victorias que hubo por la mar contra los turcos y moros prendió cantidad dellos, y otros hubo cuando la guerra de Túnez, y traíalos al remo de las galeras de España. Algunos dellos envió á Gibraltar, donde él es alcaide, para que su teniente los tuviese y trabajasen en la obra de aquella fortaleza; y otros de aquellos turcos vinieron á la dicha ciudad de Gibraltar en las galeras, á las despalmar é invernar al rio de Palmones, dos leguas de Gibraltar. 

Y estos turcos de don Álvaro con otros esclavos de los vecinos de la ciudad, que había muchos años que estaban en ella y algunos dellos se habían tornado cristianos, miraron bien las entrada i salidas de aquella ciudad; e considerando el gran descuido que había ansí en la fortaleza como en los vecinos, y la poca gente, pocas ó ningunas guardas, la gran cerca de la ciudad y la pequeña población della, los portillos que había por do los mismos ciudadanos entraban y salían, y aun por ventura los ayudaron á hacer por no haber de rodear las veces que querían entrar en la mar á ir á la puerta de tierra, ( see LINK ) que es gran rodeo. 

E como suele acaecer que los que son cautivos trabajan por libertarse, muchos destos en diversas veces y tiempos se pusieron en huida, aventurándose al peligro por cobrar la libertad. Desta manera sabréis que de la Carrahola, (Calahorra) que es la principal fortaleza de la ciudad, se salieron una noche dos turcos cautivos, descolgándose por una guindaleta, y se metieron en un barco y pasaron á África (la cual está tan cerca de Gibraltar, que de un cabo al otro se ven de noche las candelas y de día los árboles y paños que las mujeres enjugan) y de allí se fueron á Argel. 

Ansimesmo, un mercader llamado Baeza, vecino de Gibraltar, tenía un esclavo turco, que, después de le haber servido algunos años, se tornó cristiano llamándose Martin Juan; éste, cuando vio la suya, huyó á Berbería y se fué á la ciudad de Argel, que es la cueva y paradero donde estos infieles van á parar. Oeste modo hicieron cuasi cien turcos, esclavos del sobredicho don Álvaro, de los que traía en una galera, de dos que fueron á Cartagena por madera; que estando la una despalmando se levantaron éstos con la otra, y matando los sobresalientes que los guardaban se fueron á Argel: y lo mismo hicieron otros esclavos turcos y moros, que estaban en otras partes, en diferentes tiempos. . . . 

. . . vivir sin adversarios y émulos, acaeció que la ciudad de Gibraltar, que estaba muy ufana con las paces de los moros, y muy descuidada con la quietud y sosiego de España, estos turcos que en ella comieron su pan y otros renegados que en ella hablan muchas veces estado, hallándose de esclavos libres, y de captivos, y presos en Gibraltar, sueltos, en Argel, deseosos de vengar algunos malos tratamientos que de sus amos recibieron siendo esclavos, y codiciosos de hallar alguna ocasión en que pudiesen ganar de comer, fueron los principales dellos á hablar con Acenagaga, que es teniente ó visorey del reino de Argel por Barbaroxa. 


Hayreddin Barbarossa - Ottoman Turkish privateer and Admiral-of-the-Fleet ( Unknown )

Extranjero. ¿Quién es ese Acenagaga?

Autor. Fué un cristiano, natural de Cerdeña, isla del mar Mediterráneo subjeta ó España, y guardaba puercos en aquella isla; y siendo captivo de los turcos, de poca edad, y al cabo, viviendo entre ellos, renegando la fé á intercesión de Barbaroxa, cuyo esclavo era, lo hizo capar para sus vicios nefandos. A éste allegando, y dándole parte de su determinada voluntad, comenzó á hablarle Caramani, turco, que había sido esclavo de don Álvaro de  Bazán, á quien los cristianos llamaban Barbanegra cuando era esclavo, y en presencia de todos comenzó á decir: 
Muchas veces se dejan de conseguir grandes empresas por faltar aparejo para las emprender, ánimo para las acometer y diligencia para las ejecutar; pues no sería razón que habiendo tanto aparejo para una empresa tan grande como agora te queremos ofrecer, haya en ti falta de voluntad para ayudarnos y liberalidad para socorrernos, pues de la cierta victoria y ganancia que esperamos será tuya, como rey y señor, la principal parte.  
Por tanto sabrás que, si con mediana armada nos ayudas, está en nuestras manos y buena fortuna poder ganar á Gibraltar, ciudad tan dañosa á nosotros, cuanto necesaria á los cristianos españoles, por estar en el Estrecho y ser la llave y guarda del reino de España. Los de Gibraltar están descuidados, su descuido es evidente; ni la ciudad se guarda ni la fortaleza se vela; tiene aportillada la muralla y sin ninguna gente de guarnición en ella; y con que agora es tiempo de coger los panes, y presto lo será de vendimias, por las muchas viñas que tiene, estará tan vacía de hombres, que con poco trabajo podremos ganar lo que muchos por el mucho peligro dejaron de acometer.  
Y si por ventura el castillo se nos defendiere, la ciudad no será parte para que no la saqueemos ni para que nos impidan de salir della seguramente; especial agora que sabemos que Carlos su Emperador y rey está en Flandes, y España muy sosegada, sin tener pensamiento que de ninguna parte se le pueda levantar ni mover guerra, y con las paces que agora tienen con los moros, estarán más descuidados y menos apercibidos. 
Y pues cuando allí estábamos la ciudad estaba aportillada, y no bien guardada y mal proveida, por ventura con sus descuidos, que habemos dicho, lo estará más agora. E todos los más de los turcos que aquí estamos sabemos las entradas y las salidas de la ciudad, las  caletas y surgideros, la entrada y la salída de la bahía, y lo que más nos asegura es saber, como sabemos, que la armada  de España está al presente en Secilia, como de los Gelves fuimos avisados.  
Por tanto te suplicamos, y si necesario es te requerimos, pues nosotros ponemos el trabajo y peligro de las personas, quieras tú poner la voluntad y el ayuda, proveyéndonos de algunos navíos y cosas necesarias á la jornada; pues te es notorio que si Soltam Haradin,  (Barbarrosa)  nuestro Príncipe presente se hallara, holgara de acometer esta empresa, aunque le costara mucha cosa, y á ti la ofrecemos con muy poca costa. Justo luego es que nos ayudes á que vamos, no á combatir sino á recibir la ciudad de Gibraltar, que en su descuido nos está llamando; y con brevedad, antes que los cristianos captivos que están aquí lo sospechen, puedan avisar dello á España ó á otros que los avisen.
Puesto que Acenagaga, en ausencia de Barbaroxa, su rey y señor, hubiese cometido algunas cosas y salido de ellas con próspera fortuna, ansí como haber saqueado algunos pueblos en las costas de España, y haber su armada ganado muchos navíos de cristianos, e también hadóse en el campo de Túnez con Barbaroxa, donde mostró buen esfuerzo; pero una tan grande empresa, como era esta de cometer á Gibraltar, parecióle que con muy maduro consejo se debía de consultar y determinar. 

Extranjero. En mi vida me pesó por llegar á la posada temprano sino agora, que quisiera que estuviera diez leguas de aquí, por no dejar de oír el fin desta plática. 

Autor. El otro capitán general para en la tierra se llamaba Caramani que, como ya dije, había sido captivo de don Álvaro de Bazán; venía este Caramani en una galera que tomaron los turcos cerca de Tortosa, en Cataluña , al Comendador Benedito , y ansí se llama aquella galera del Comendador: y ésta venía por capitana. La tercera galera se llamaba la galera de Velez, porque se hizo en Velez de la Gomera, y los franceses la tomaron á los moros y la dieron á los turcos; venía por capitán della un turco diestro en las cosas del mar, que había estado captivo en Francia, que llaman el Buey marino, porque era muy grueso. 

En una galeota que vino de Turquía, venía por capitán della Mahometo, griego renegado, y en otra Mami Arráez, griego renegado, y en otra Cain Arráez, turco, y en otra Prabana Arráez, turco. En otra galera, llamada la Paloma, venía un turco llamado Alí Caur, el cual, siendo como ya dije esclavo en la ciudad de Gibraltar, y volviéndose cristiano y llamándose Martin Juan, huyó después y se fué á Argel, y llámanle agora Alí Caur:  Alí es nombre propio de turco, Caur es sobrenombre y quiere decir en lengua turquesca cristiano, como si dijesen Alí el que fué cristiano; y este turco sabía mejor que todos los demás las entradas v salidas de la ciudad de Gibraltar. . . .

Esta armada y los capitanes della, que tengo dichos, traían al remo mil y tantos. . . Y las que trajo el bergantín fue que las galeras dé España estaban en Sicilia, y que en Gibraltar estaban descuidados los vecinos y sin sospecha de su venida, y que comenzaban ya su vendimia, que cuando ellos llegasen seria la mayor furia della. . . . 


The Rock, its hinterland - the Campo de Gibraltar - and its impressive vineyards  
( 1712 - Van Keulen )

Sabido esto por los de Málaga, hicieron un correo á Gibraltar, avisándoles de las nuevas que tenían de Melilla, confirmadas por los que estaban en Vélez; y dijome á mi Balboa, teniente de alcalde de Gibraltar, que como supo esta nueva bajó á la ciudad, y lo comunicó con el alcalde mayor, el licenciado Alonso Moreno, y regimiento, porque Juan de Luxan, corregidor de la ciudad, estaba á la sazón en Granada. Y luego la ciudad proveyó en dos cosas; la primera, en mandar en una punta de la sierra, que llaman los Tarfes bajos,  poner dos guardas, porque antes no tenía ningunas; y lo otra, avisaron luego á la villa de Tarifa y á la ciudad de Cádiz, apercibiéndolas que se pusiesen en cobro y se guardasen, porque bajaba una armada de turcos al Poniente. 

Extranjero, Según me decís, Gibraltar avisada estaba, pues que ellos avisaron á Tarifa y á Cádiz. 

Autor. Sí, más sucedióle como á las tablillas de los mesones, que á otros dan abrigo y posada y ellas quédanse al sereno. Ansí Gibraltar avisó á otras partes y no tuvo aviso para sí; porque si, como en la ciudad se pusieron dos guardas para que la guardasen, fueran sobre ellos dos regidores ó personas tales, que las solicitaran, los turcos no entrara,  y si entraran fuera para mucho daño suyo; porque aquella ciudad es pueblo muy fuerte y fortalecido, y tiene mucho seguro y poco que sea menester defendello. 

Aunque es verdad que se han dado tanto á descuido los que rigen aquel pueblo, ó á quien se debe atribuir esta culpa, que muchas partes de sus murallas están caldas, y otras tan flacas que pequeño combate basta á las allanar. 

. . . es que siempre fué pueblo muy fuerte, muy noble, muy notable y muy estimado, ansí de los antiguos gentiles como de cristianos y moros, y de quien todos los escritores extranjeros y naturales han hecho gran memoria, ansí por su admirable fuerza y sitio, como por el estrecho que alli se comienza que divide las aguas del mar Océano del Mediterráneo. Algunos dicen que tomó el nombre de un rey de España, de los primeros después del diluvio, llamado Jubalda, y que deste se llamó Gibraltar, y la ciudad de Hubeda en la Andalucia, Jubeda; pero dos cosas tengo por ciertas: la primera, que esta ciudad de Gibraltar se llamó primero muchos años Calpe, hasta que Tarife Abenzeite pasó en tiempo del rey don Rodrigo por esta ciudad á conquistar á España, y que deste capitán Tarife tomó el nombre esta ciudad; porque gibel en lengua arábiga, quiere decir sierra, y porque Tarife pasó por aquella sierra se llamó Gebil Tarif, como si acá dijésemos, el monte de Tarife, que después , corrupto el vocablo, de Gebil Tarif se llamó Gibráltar. 

En otra parte he leido que Gebaltajes llaman los moros á esta ciudad, que quiere decir el monte de Tarif; y otros le llaman Gebalfac, que quiere decir la sierra de la encubierta, porque allí se comenzó á obrar la conquista que los moros hicieron de España. . . . .

Las espaldas desta sierra Calpe son tan derechas, hasta el mar, como una torre; y por aquella parte ninguna persona puede subir. La delantera, que mira al Occidente, es menos fragosa, y en una poca de llanura que hay entre el pié de la sierra y el mar está edificada la ciudad, que entre los vecinos se llama la Barcina , que no tiene más de una puerta á tierra, que sale á la estrechura de la entrada, y otra á la mar y otra á los arrabales. 

Esta Barcina es cercada á la redonda de una fuerte muralla bien espesa de torres; bate la mar en ella por la una parte, y dentro está la población que antiguamente solía haber cuando era de moros, y en ésta no entraron los turcos. Encima de esta parte cercada, en un alto de la sierra, está el castillo, cercado por sí de fuertes muros y torres de piedra;  cosa fuerte por la aspe reza y sitio donde está asentado. 

Encima deste castillo (aunque se manda por dentro del) está otra fortaleza que llaman la Carrahola ( Calahorra ) que es una torre muy grande e muy antigua, toda de ladrillo y cal, la cual dicen haber sido edificio de Hércules; esta es la principal fuerza de Gibraltar porque la pueden defender veinte soldados, aunque esté ganada la ciudad y el castillo, el cual ha menester doscientos hombres para lo defender: en esta Carrahola están agora los huesos de don Enrique, conde de Niebla, el que murió sobre Gibraltar. (See LINK)


The Moorish Castle - At the top of the three tier structure is the Calahorra- incorrectly identified by Maldonado as the Carrahola    (Possibly from a 14th century manuscript - Unknown )

Junto á la Barcina está un arrabal, que se ha poblado después que se ganó aquel pueblo a los moros, en el cual está la plaza y la iglesia mayor, y San Francisco y las Turbas, que son unos pozos de agua donde bebe la ciudad; e este arrabal no es cercado más de por la una parte que es por la parte de la mar. Su cerca, aunque sea en partes buena, en otras está derribada y va á dar á la torre del Tuerto, que es un castillo, por sí, asentado en una punta que hace la tierra en la mar, donde suele haber un alcaide; y tiene cuatro piezas de artillería, con que pueden hacer mucho daño á las velas que entraren en la bahía, y es la guarda de aquel puerto, más ahora no había nadie en ella. 


La Barcina  ( 1608 - Cristobal Rojas - detail  )  (see LINK

De allí pasan los adarves cercando la isla, e las viñas que están en ella, hasta la caleta del Laudero, donde está el corral de Fez, y aquí llaman los Tarfes bajos, y aquí está la ermita de Nuestra Señora de Europa; y llámase  ansí porque dicen ser aquí el principio desta tercera parte del mundo que nosotros habitamos, ansí como en Ceupta, ( Ceuta ) ciudad en África en contra de Gibraltar, tienen otra ermita que se llama Nuestra Señora de África, porque allí se comienza África según los geógrafos nos dan á entender. 

Dende esta caleta del Laudero, que es por do entraron los turcos, va el muro derribado y las torres caldas, dando la vuelta hacia el Levante, por partes llanas, hasta ir á afrontar con el pié de la sierra, que llaman el Tarfe, y de allí adelante no va muro ni lo ha menester, porque la aspereza de la sierra Calpe, que allí se acaba, es tan grande como ya os dije, la cual sirve de adarves, guardando las espaldas á Gibraltar hasta tornar á encontrar con la punta de tierra donde comenzamos ; y si tan segura e inexpugnable tuviera la delantera como las espaldas, pudiéramos decir que Gibraltar estaba bien cercada. 

Los muros de Gibralrar cercan tres cuartos de legua y la sierra sirve de otro, de manera que toda esta península tiene á la redonda una legua, y todo es aspérrimo salvo en dos partes: donde está asentada la ermita de Nuestra Señora de Europa, y la otra donde está asentada la ciudad y su arrabal, que será un tiro de ballesta de ancho, y toma todo lo luengo de la sierra, de tal manera, que podríamos decir que todo Gibraltar es una calle luenga  (aunque tiene otras pequeñas]. 

A la parte de los Tarfes y corral de Fez ninguna agua natural hay para beber, salvo la de un aljibe, ( see LINK ) que en aquella parte se hace, donde se recogen aguas llovedizas, el cual se hizo en tiempo de moros ó de gentiles, con veinte arcos y pilares debajo de tierra, cosa muy superba y notable; y desta agua se aprovechan los que tratan en aquella parte. 

En algunas partes de estas sierras de Gibraltar hay unas grandes cuevas cavadas en las peñas, donde dicen que solían habitar los antiguos gigantes, y sobre todas es más señalada la cueva que llaman de Sant Miguel. 

. . . Los turcos, llegaron á ella jueves 9 de Setiembre, á las nueve horas de la noche» y surgieron detrás del monte de Gibraltar, á la parte donde llaman la Almadravilla ( possibly Catalan Bay ) ; y allí esperaron á un bergantín que hablan enviado delante con personas que sabían la tierra para que surtiesen y descubriesen el puerto. 

Y entraron en la ciudad algunos de los que habían sido esclavos en ella, y con ellos algunos renegados que sabían la tierra, los cuales, disimulados, entraron por la puerta de Tierra sin que nadie mirase por ellos; y mirando bien el descuido de aquella ciudad, y la poca gente que en ella había, tornando con su bergantín á los turcos, les dijeron que aquel era el próspero tiempo para su designo.  

Entonces los turcos se levantaron de la Almadravilla, donde estaban surtos, y pasáronse á la caleta del Laudero; y allí estaban las dos guardas de la ciudad en la torre que dicen de los Ginoveses, que los regidores mandaron poner dos dias habia, cuando tuvieron nueva de la venida desta armada. Y como, las guardas los vieron llegar tan noche, preguntáronles qué gente era ; respondieron los turcos en lengua castellana que eran la Armada de España y galeras de don Bernardino de Mendoza, que venían á aquella ciudad á despalmar; dijeron las guardas, ¿pues cómo no salvastes al monte y á Nuestra Señora de Europa, como es costumbre? 

Respondieron: "Porque es de noche, por no alborotar la ciudad, y porque el señor don Bernardino quiere hacer fiesta mañana en esa ermita." Dijeron las guardas, "habla todos juntos, que queremos ver si habláis castellano," y hablaron muchas voces dellos en lengua castellana, ansí de los turcos que sabían la lengua como de los renegados y de los cristianos bogadores, que les harían hablar. Y con esto se aseguraron las guardas y no les preguntaron más en toda aquella noche. 


Los Tarfes and Torre de los Ginoveses,  ( 1608 - Cristobal Rojas )

Extranjero. Esas guardas ¿no dieron luego noticia á la ciudad? 

Autor. Justo fuera que, siendo dos, fuera el uno delios á dar cuenta á la ciudad de la gente que allí vieron venir, y de no haber ido depende toda la culpa de las guardas en quien la ciudad se confiaba; pero cuando es llegada la hora del desastre nadie le puede estorbar. 

En aquella caleta del Laudero, donde los turcos surgieron segunda vez, es honda y segura con el levante, más que donde primero habían surgido; y allí durmieron lo que les restó de aquella noche, hasta media hora antes del alba que comenzaron á despertar y haber bullicio, y á sonar los remos de los navíos, que se allegaban á echar gente en tierra á muy gran priesa. Y los primeros que salieron fueron cinco turcos que dieron sobre las guardas, las cuales como los vieron venir, considerando lo que podía ser, huyeron camino de la ciudad; y un ermitaño que estaba en aquella ermita de Nuestra Señora, oyendo el ruido y sospechando lo que podía ser, se fue juntamente con las guardas, y entraron dando voces por los arrabales diciendo, "moros, moros", los cuales tardaron dende que amaneció hasta que salió el sol en venir aquella media legua, que hay dende la caleta donde desembarcaron hasta la ciudad, porque es la tierra fragosa. 

Los que salieron fueron setecientos turcos, los trescientos escopeteros y pocos arcabuceros y los demás flecheros y pocos ballesteros; estos se repartieron en tres escuadrones, el principal fue derecho á la fortaleza, en el cual iba Caramani, general, y Mucarred, principal alférez de la armada, y toda la mayor parte de los buenos soldados turcos, el otro por los arrabales á saquear la ciudad, los cuales llevaban hachas de hierro para romper las puertas y las cerraduras. 

El tercero hízose fuerte en un cerro sobre las Turbas, á la punta de los arrabales, los cuales quedaron allí para recoger lo que se robase y de allí enviarlo á los navíos. Después destos venidos desembarcaron otros doscientos turcos, para asegurar los caminos, los cuales guardaron el paso de los Tarfes, mas nunca llegaron con gran trecho á la ciudad. 

Cuando las guardas y el ermitaño entraron por las primeras casas diciendo que venían moros, unos les decían que venían beodos y otros que de mañana hablan cargado de vino, porque no había hombre que creyese que turcos habían de osar venir á Gibraltar que por tan seguros se tenían dellos como si estuvieran en la ciudad de Toledo; y, como aquella semana fuese la mayor furia de sus vendimias y del encerrar de su vino, dormía la mayor parte de la gente de la ciudad en el campo, y el restante de los que no dormían fuera salieron aquella mañana á sus heredades; y ansimesmo la gente del mar y pescadores, como era viernes, habían salido de mañana á pescar. 

De manera que en la ciudad había menos gente que por ventura en diez años pudiera acaecer, porque cuando se ha de efectuar la desaventura todos los casos desastrados se le allegan; y, aunque las guardas y el ermitaño ya dichos pudieron avisar á los primeros que moraban en los arrabales, no pudieron llegar ni avisar á los de la Barcina, por la gran distancia que hay de una parte á otra. Algunos hubo, que siendo avisados que venían turcos, y teniéndolo por burla, estuvieron en sus camas hasta que se hallaron burlados, que entraban los turcos y los mataban en sus casas, ó los sacaban dellas captivos, con sus mujeres y hijos y todo su mueble. 

Una cosa notable acaeció á una esclava alárabe de un hombre ciego de Gibraltar que se llama Pedro Herrero, que yendo por agua á las Turbas, cuando salía el sol, vio bajar los escuadrones de los turcos, y como los vio, conociéndolos, volvio corriendo á casa y dijo á su amo: 

"Levántate apriesa y anda acá á la fortaleza que viene gran número de turcos"; 

el viejo, dándole crédito se levantó, y no sabiendo como fuese á priesa por la falta de la vista, la esclava lo tomó acuestas y á gran priesa lo subió á la fortaleza, donde él y ella se guarecieron. Otro esclavo moro de Francisco Julián salió por agua á las Turbas, y como vio venir los turcos y oyó las voces de las guardas volvió corriendo á su amo diciendo: "Señor, levántate, que muchos turcos han entrado en la ciudad"; y como el amo no solamente no lo creyese más aun se burlase del, dijo el esclavo:

 "Pues no quieres salvar tu vida, yo quiero librar estos tus hijos, y tú haz lo que quisieres"; 
y arrebató luego de presto dos mochachos, hijos de su amo, y en los brazos los llevó á la fortaleza. 

Andrés Zuatjo de Senabria (que es el caballero más principal y rico de aquella ciudad) como oyó la nueva, mandó fortalecer su casa, que es dentro en la Barcina, y guardar aquella parte, y envió su hijo, el mayorazgo, llamado Juan de Senabria, caballero mancebo, de edad de veinte años, con los criados de su casa á la resistencia de los turcos; y salió Juan de Senabria á la plaza á caballo, donde se juntaron con él Francisco de Mendoza, un caballero regidor de aquella ciudad, alcaide de Gausin, villa del duque de Medinasidonia, que venía á caballo armado de sus corazas, darga y lanza, y otros seis, que eran todos ocho de caballo con pocos peones, los cuales salieron á resistir los turcos, con tanto ánimo como la necesidad y virtud los obligaba. 


A plan of the Bay of Gibraltar ( 1680s - Unknown )

Los turcos, que ya dije habían llegado a la ciudad y repartidos por ella, entraron por la calle principal del arrabal y fueron saqueando la calle adelante hasta llegar al monasterio de Sant Francisco, ( The Convent ) donde los frailes, oyendo el ruido, huyeron á la Barcina, y los turcos despojaron el monasterio y pasaron adelante, unos por la calle de la Cuesta, saqueando y robando mujeres, doncellas, niños, con todas las cosas de alhajas que pudieron llevar y venir á sus manos; las que no podían llevar quebrábanlas ó cortábanlas porque no aprovechando á ellos no quedasen en poder de cristianos, y poniendo lo que robaban en el escuadrón donde los turcos estaban hechos fuertes, tornaban de nuevo á saquear. 

Juan de Senabria y los otros siete caballeros, que habían sido los primeros que salieron, fueron contra los turcos, y con tanto ánimo arremetieron á ellos que rompiendo el escuadrón pasaron de la otra parte; y en aquella arremetida, aunque Juan de Senabria era mancebo de muy poca edad, en tanto que pudo lo hizo tan varonilmente que sacó verdaderos los que siempre tuvieron opinión que en él estaba la salud del pueblo, y la mayor parte de la defensión del. 

Mataron siete turcos de aquella arremetida, mas eran tantas las flechas que tiraban los contrarios y los escopetazos, que derribaron luego muerto á un escudero de Juan de Senabria, del caballo abajo, y de otros escopetazos y flechazos derribaron á su amo herido de muerte, y el caballo huyendo lo arrastró por la calle, hasta que teniéndolo lo quitaron y llevaron á casa de su padre. 

Los turcos que saqueaban, que, con el destrozo que los ocho de caballo y los peones cristianos hicieron en ellos, se habían retirado desamparando los arrabales  y subiendo á juntar aquella su bandera con la que estaba fuera del arrabal; como vieron muertos algunos de los de caballo y á otros de pié, y que no les hacían tanto rostro como al principio, tornaron con gran ímpetu sobre esos pocos cristianos que había en la calle y mataron el caballo á Francisco de Mendoza, y habiéndole herido lo prendieron y llevaron captivo, y a los otros cristianos les mataron algunos caballos; y, cuando vieron esto, retiráronse para poderse rehacer con otros, porque fuera locura querer cuatro de caballo resistir á tan grande número de turcos. 

Los peones cristianos, aunque eran pocos, por venir á pié se avengan mejor con los enemigos que los de caballo, y pelearon con tanto ánimo como si fueran mil y los enemigos ciento, siendo por el contrario. Hicieron tan buenas cosas los de Gibraltar, para ser tan pocos, que la culpa que tenían por su descuido lavaron con los valientes hechos que este dia hicieron tan pocos hombres, y asaltados en las camas, contra tan súbita venida y tan grande número de turcos; y porque ellos hicieron más cosas buenas de las que yo supe ni os puedo decir, holgaría que lo que por olvido ó por no saberlo dejare de decir, lo atribuyáis antes á la falta de yo no saber que no á la voluntad de lo declarar. 

A esta hora un vecino de Gibraltar salió de la ciudad á toda furia en un caballo á avisar y pedir socorro á los vecinos de Ximena, villa del duque de Medinasidonia. Juan de Esquivel, regidor, había salido aquella mañana al campo; cuando oyó repicar las campanas, volvieron él y otros seis á caballo á la ciudad, y entrando y sabiendo la nueva, armáronse y salieron á la plaza y halló que un esclavo suyo, morisco, llamado Juan Barroso, con una espada y una darga (que había sacado de casa de su amo), había peleado valientemente contra los turcos y muerto uno dellos, á quien acababa de despojar un arcabuz y un alfanje. 

Y puesto que al principio lo hizo bien, después que vio aparejo se fué para los turcos diciéndoles que era dellos, y lo mesmo hicieron otros cuatro ó cinco moros y moriscos, esclavos délos vecinos de la dicha ciudad. Pedro de Pina, regidor, estaba enfermo, y habiendo enviado su mujer y hijos á la fortaleza, quedando él en guarda de su casa, y estando cerrando una ventana llegaron los turcos á aquella calle, y, pasando la ventana con una pelota de arcabuz, lo mataron á él que estaba detrás della. 

Un clérigo, peleando como buen hombre, mató un turco con una saeta; otros mataron un renegado que era bardaxa del  capitán Dalihamat; y peleaba este muchacho con arco y flechas, y traía escritas en el brazo unas, letras arábigas apropiadas ( según ellos decían ) , para no morir en pelea, pero no le aprovecharon. Don Álvaro de Bazán, alcaide de Gibraltar no estaba á la sazón que esto acaecía en el Andalucía, y un teniente que allí tiene, que se llama Balboa (hombre criado en la guerra y que ha estado muchos años en Oran), tuvo en poco el aviso de la venida de los turcos, como todos los otros de aquel pueblo, y no tenía en la fortaleza tanta gente como era menester, para la guarda della; y, cuando fué avisado que entraban los turcos, cabalgando, bajó á la ciudad por alguna gente que le ayudase á defender su castillo, y cuando volvió ya halló los turcos que se acercaban á la fortaleza. 

Y en esta sazón subían muchas mujeres, doncellas y niños á guarecerse al castillo; y por no le abrir la puerta se estuvieron metidas, con harto trabajo y peligro, en un rebellín que se hace delante la puerta. El escuadrón de los turcos, que dijimos haber guiado derecho á la fortaleza, llegó un tiro de piedra della captivando de camino todas las mujeres que topaban que se subían á guarecer; y llevando captiva á doña María, mujer de Antonio de Mendoza, y no queriendo ir con ellos, diéronle de bofetones y puñadas, y echándose ella en el suelo como muerta la echaron á rodar por la cuesta abajo, y ansí escapó: otros dicen que la quitaron dos caballeros. 

Un negro, esclavo de Martin Sánchez, tonelero, llevando á la fortaleza á su ama y á tres hijas suyas, salieron á él cuatro turcos y quitáronselas, y  el negro, diciendo,  "¡oh perros! que aquí habéis de quedar hoy todos, " arremetió á un turco, y, travesándolo con su espada, dio con él muerto en tierra, y arremetió á otro y hiriólo, y lo mismo hizo á otro; y quitóles á su ama y las dos hijas que le llevaban, y el otro huyó con la otra hija, doncella de edad de dieciocho años. Dos mancebos, llamados ambos Alonso de Mesa y primos, quitaron á los turcos dos mochachos sobrinos suyos, hijos de una hermana del uno, que los llevaban captivos. 

Extranjero, ¿Los turcos entraron con alaridos, como hacen los moros, ó pelean callando? 

Autor, Estos que entraron en Gibraltar vinieron callados hasta entrar en las casas, pero desque vieron que eran sentidos y que había rebato en el pueblo, para poner más terror y miedo en las gentes dieron grande grita, y tocaron sus a tambores y trompetas; y como estaban en alto, sonaban tanto en la ciudad que parecía hundirse la sierra, con lo cual pusieron gran temor y desmayo á los pocos que en la ciudad había. . . .

Mostrándome el alcaide de Gibraltar la fortaleza, el día que se fueron los turcos, me importunó que viese unos barriles, y hállelos llenos de pólvora, y me mostró muchas pelotas de hierro; de manera que no se dejaron de disparar los tiros por falta de pólvora ni de pelotas sino de artilleros. Y ansimismo vi en la Carrahola muchas escopetas y espingardas y muchas ballestas; pero ninguna destas bajó al castillo porque no esperaron tanto los turcos. 

Extranjero. ¿Las mujeres que me dijistes que se iban á guarecer al castillo, y que no les abrian, que se hizo de ellas? 

Autor, Dende á un rato se abrió un postigo muy pequeño de la puerta, el cual es tan estrecho cuanto conviene á puerta de fortaleza, y los hombres que venían á recogerse al castillo, ó á defenderlo, para entrar dentro pasaban por encima de las mujeres vivas que estaban subidas sobre las muertas. 


The 'postigo muy pequeño' could be either the entrance gate to the keep shown at the bottom middle of the picture or that at the front of the Castle itself  ( 1627 - Luis Bravo de Acuña )  ( see LINK ) 

Extranjero. ¿Según eso mujeres murieron al entrar de la fortaleza? 

Autor, Veintiséis mujeres y criaturas se ahogaron en el rebellín que está delante la puerta de la fortaleza; porque aquel lugar es muy estrecho y eran muchas las mujeres, y las que á la postre entraban subíanse sobre las que habían entrado primero; y el lugar estrecho y las mujeres muchas, si un cuarto de hora más durara la cosa se ahogaran ciento. 

Extranjero, ¡Oh qué gran culpa tiene ese alcaide, que por no abrir la puerta dio causa á que muriesen veintiséis mujeres! 

Autor. Él se disculpa diciendo que estando trescientos turcos cerca de la puerta, que quedan entrar, que era menos daño que se perdiesen treinta mujeres por no les abrir la puerta, que no abriéndola llegaran los turcos y ganaran el castillo , y al fin se habían de perder ellas. 

Extranjero. ¿Qué hacian los turcos en tanto que eso pasaba? 

Autor, Los que andaban en, el arrabal saqueado acabáronlos de echar del dieciséis de caballo y los peones de los vecinos de la ciudad que se habían tornado á rehacer; los que estaban en las Turbas recogían á los turcos que se venían huyendo para ellos. Los que estaban delante la fortaleza, como no traían mantas para llegar, ni escalas para subir, estuvieron hechos un escuadrón un poco delante la fortaleza; y algunos salían á captivar y matar á las personas que se subían arriba, y á saquear aquellas casas de la cuesta. 

Y en esta sazón un turco que era principal alférez de toda la armada, llamado Mucarred, adelantándose del escuadrón, llegó solo con la bandera junto al castillo, con determinación de la poner dentro del si los turcos lo osaran seguir. Y mirando atrás, y viendo que no le seguían, determinó como hombre de gran ánimo llegar á poner unas letras escritas en pergamino, que llevaba puesto en cera, á la puerta de la fortaleza; ansí porque con adelantarse él pensaba hacer pasar adelante los turcos, como porque había prometido á Acenagaga, viso rey de Argel, de fijar aquel pergamino y letras en la puerta del castillo, y le habían señalado cierta renta perpetua si lo hiciese. 

Sucedió en esta sazón que un hombre del campo, natural de Bejer (villa del duque de Medina), llamado Juan de Jaén, fue muerto de los turcos en las primeras casas que están cerca del castillo, y como acaeció á pasar por allí un hijo suyo, llamado Alonso el Suelto, viendo aquel hombre caído, despojóle de una ballesta que tenía, y conoció querrá su padre; y con grande enojo y pena se subió á la fortaleza y llegado á la barbacana, le dijo un hombre: "Ves allí quien mató á tu padre," y decíalo por el alférez que iba con la bandera al castillo. 

Entonces a que Alonso el Suelto, armando la ballesta, tiró una saeta dende la torre de la esquina que cae sobre la puerta, y hirió al alférez Muíjarred por la cabeza; y un Juan Mateos,  ( see LINK ) ventero de la venta de Albalate, que á la sazona se halló allí, tiró también al alférez: y estos dos ballesteros dieron con él en el suelo muerto. A la sazón un mancebo llamado Rodrigo Nuñez, hijo de un herrador, que se halló cerca de donde cayó el alférez, arremetió á la bandera, que estaba en el suelo, y alzóla; y en el mismo punto del escuadrón de los turcos le tiraron tantos escopetazos que dieron con él muerto en el suelo, y cayó la bandera segunda vez. 

Entonces del escuadrón de los turcos arremetió uno á la bandera y alzóla, y en alzándola le tiraron de la fortaleza saetas y dieron con él muerto en tierra, y cayó la bandera tercera vez: y á la sazón arremetió otro turco del mesmo escuadrón, y apañando la bandera, que estaba en el suelo, huyó con ella, y en la huida fue herido de los nuestros con saetas, y fuese á meter en el escuadrón de los turcos. 

Los cuales viendo sus dos alféreces muertos, y tanta resistencia en la fortaleza, que fuera excusado querer pensar tomarla, retirándose muy en orden y juntándose con el escuadrón que estaba en las Turbas, y con el otro que en aquel punto acababan de echar los cristianos de la ciudad, comenzaron á caminar para las fustas con la presa y saco, sin perder ningún hombre en el retirarse; porque dejaron en la retaguarda todos los arcabuceros, que hacían que no pareciese hombre en todo el trecho que alcanzaban con los  arcabuces: y seguían los dende aparte dieciséis de caballo y ochenta hombres á pié, que fueron todos los que había en la ciudad á la sazón. 

Extranjero, ¿De los que estaban en el campo no vinieron al ruido? 

Autor. Muchos de los que estaban en las viñas, oyendo la arcabucería, vinieron sin armas y otros con las que tenían, mas, como llegaron á la puerta de tierra y no les abrieron, se tornaron, de temor de los turcos, hacia la sierra. 

Extranjero. Bien lo hicieron los de Gibraltar para ser tan pocos y sus enemigos tantos. 

Autor. Hiciéronlo tan bien, que, después  que se animaron y juntaron hasta cien hombres de la ciudad, echaron della por fuerza los turcos. 

Extranjero, ¿Entraron los turcos en esa parte cercada de Gibraltar que llamáis la Barcina?  

Autor. Ni entraron ni pudieron entrar, como la puerta se cerrase. 

Extranjero. ¿Pues qué parte es la que saquearon? 

Autor. La mitad de los arrabales, dende por do entraron hasta la iglesia; y las casas que robaron, por ser en las puntas de los arrabales, aunque entre ellas había algunas casas principales, todas las más eran de personas pobres y no de mucha cuenta. . . .

Todavía tengo por mejor callarlo que contarlo, pero daros he un hilo por do saquéis lo que callare. Entraron en aquella iglesia que os dije de Nuestra Señora de Europa, y hicieron en las cosas della lo que se espera que moros y turcos hagan en iglesia de cristianos. 

Extranjero. ¿Cuántas personas llevaron captivas? 

Autor. Sesenta y nueve, de las cuales fueron seis hombres, los demás eran niños y niñas y pocas mujeres casadas, porque las más eran doncellas y mochachos y mochachas. . . .

Extranjero. Gran lástima siento de lo que sentirían las míseras mujeres y doncellas . . . 

Autor. Grande; decíame Francisco de Mendoza, que cuando los turcos lo llevaban captivo no sentía tanto su trabajo y heridas como ver aquellas mujeres doncellas, y mochachos, y oír qué iban diciendo. Si se quejaban, con golpes y heridas las hacían callar, y con amenazas las hacían encubrir y disimular su llanto; y cuando iban con ellos, aquella media legua que hay dende la ciudad á los Tarfes, donde embarcaron, enflaquecidos sus co- 
razones de la fuerza del dolor, y queriendo sacar fuerzas de flaqueza; no bastaba para que no viniesen en muchos y continuos desmayos; mas ni por eso los turcos las dejaban antes las llevaban arrastrando. . . .

Extranjero. ¿Para Argel volverían, que no osarían esperar más por allí? 

Autor. Bien los tenéis conocidos ! Antes fue mayor hecho el que hicieron después que se tornaron á embarcar, que el primero en haber saqueado á Gibraltar. 

Extranjero. ¿Qué? 

Autor. Que en lugar de tomar el camino de Berbería se metieron en la bahía y pasaron por delante de Gibraltar, tañendo a tambores, trompetas y añafiles, mostrando grande alegría, y viniéronse á meter dos leguas acá dentro al Salado, que llaman, de  Mayorgas, que será poco más de media legua desta parte de Gibraltar, sobre el camino que va de Sevilla; y allí  estuvieron tres días comiendo, cantando, y holgando, como quien está en sus casas sin tener temor de toda la Andalucía. . . 

Extranjero. ¿En la bahía de Gibraltar, cuando entraron los turcos, hicieron daño pues que pocas veces ó nunca está sin navios? 

Autor. Si hicieron. Estaba allí una galera bastarda, que era de don Álvaro de Bazán, desarmada, el mejor y mayor vaso que al presente andaba en el mar; cuando estos pasaban por delante la ciudad quisieron tomarla y cortáronla las amarras, y llevóla el viento hacia la ciudad á meter junto á los muros, cerca del monasterio de Sant Francisco, y cómo los turcos no la pudieron tomar, dejáronla. 

También estaban en el puerto surtas dos naos de bretones mercaderes, la una había descargado y la otra estaba cargada de lienzos y mercería; los turcos fueron á ellas y la gente se salió, y saquearon aquella nao, que valdría más de quince mil ducados lo que della sacaron; y cortándoles á ambas las jarcias y amarras saqueádoles los aparejos, dejaron las naos. . . .

Entonces los turcos se arredraron y fueron á la playa de Mayorgas, y allí reposó la armada; y saltaron en tierra algunos turcos y fueron do estaban decientas y tantas botas llenas de vino, del diezmo que se recogía allí, que querían cargar para Flándes, y era cada bota de veintiocho arrobas hasta treinta, y, desfondándolas, derramaron todo el vino, que eran más de seis mil arrobas. 

Extranjero. Más valiera beberlo. 

Autor. Más, salvo que á ellos le es prohibido en su ley; y ansí quisieron ser el perro del hortelano. . . . Ansimesmo estaban allí comiendo el borujo muchos puercos, y mataron trescientos dellos á cuchilladas. 

Extranjero, Pues no bebían vino, menos comerían tocino, pues es una de las principales prohibiciones que tienen. 

Autor. Gozaron del mal olor dellos aquellos tres días. Hecho esto, derramáronse por entre las viñas á comer uvas, y salió la gente de caballo, que estaba en Gibraltar, y fueron contra ellos, y allí en las viñas mataron catorce ó quince dellos y prendieron tres. Esta hora, que serian las doce del día, viernes diez de Septiembre, comenzó á llegar el socorro de Ximena, villa del duque de Medinasidonia, porque ya dije que aquella mañana había salido uno de caballo de Gibraltar que los fue á avisar, y llegado al pueblo les dijo como Gibraltar quedaba tomada de turcos, y que combatían la fortaleza; y como éste no había visto la armada, que estaba detrás de la sierra, no sabiendo el número dellos, debió pensar que era mucho mayor número de velas. 


Gibraltar from the east   ( 1560s Anton den Wyngaerde  ) ( see LINK )

Hizo dos cosas Giraldo de Virués, alcaide de Ximena: la primera, que envió seiscientos hombres de pié y de caballo al socorro; la segunda, que envió un correo á avisar á Alcalá de los Gazules y que de allí fuese el aviso á Medinasidonia y á Bejer y Xerez y á Sanlúcar y á otros pueblos del Andalucía. 

Con el socorro y venida de la gente de Ximena recibió Gibraltar grandísima alegría y esfuerzo, tanto que de allí adelante no tuvieron algún temor á los turcos. Y habiéndose algunos de los delanteros, que vinieron de Ximena, hallado á alancear algunos turcos que salieron á las viñas, fueron luego á guardar los Tarfes, y estuvieron dos días en la guarda dellos, que es en lo más peligroso de la isla, por la parte donde entraron los turcos. 

Como esto fue hecho, no hallando en la ciudad muerto ni vivo á Francisco de Mendoza, tuvieron por cierto que lo habían captivado los turcos, y juntándose Andrés Zuaco de Senabria, regidor (pariente del Mendoza), con otros caballeros, parecióles necesario, que pues los turcos se habían venido á meter en el puerto y no se iban, que sería menester entender en el rescate de todos los cristianos captivos, especialmente de Mendoza, y con brevedad, antes que los turcos se fuesen. 

Y enviaron á Alvaro de Piña en una fragata de paz á pedirles treguas y á dárselas de su parte, para que mediante ellas se hiciese el rescate de los que allá tenían captivos. Los turcos concedieron las paces y dieron su carta firmada dellas, y pidieron por Francisco de Mendoza mil ducados, y por las sesenta y nueve personas seis mil ducados á la primera palabra, y con condición que les diesen los turcos que hablan captivado en las viñas y les diesen ciertas mozas esclavas, de las de Túnez que estaban en la ciudad, y les dejasen hacer aguaje en los pozos que están cerca del pueblo; y dijeron que tomarían todo el rescate en mercadurías de paños, si no hubiese dineros. . . 

Este día, viernes, á las tres de la tarde, venían de levante dos navios de Ayamonte, cargados el uno de paños y el otro de esparto, y no viendo la armada de los turcos veníanse á meter en el puerto. Y á la sazón estaba ya gente que guardába los Tarfes, y capearon y dieron voces y soltaron algunas escopetas, para que los navios entendiesen que no estaba el puerto seguro y se volviesen, porque no fuesen tomados de los turcos; mas la gente de los navíos, no entendiendo las señas, viniéronse á meter en la bahía, y, como de la armada de los turcos fueron vistos, salió á ellos una galeota y sin resistencia los tomó, captivando la gente, que eran quince personas, y saqueando los navíos: Y cortando las jarcias, los dejaron, y fueron á dar al través en la costa, do entra el rio de Guadarranque en el mar. 


Map showing the position of the Rio Palmones and Guadarranque relative to Gibraltar ( 1742 - Unknown )

Cuando la galeota de los turcos se volvía con la presa, pasando por delante de la torre del Tuerto, un vecino de Ximena, cristiano, de los que guardaban los Tarfes, tiró un arcabuz y hirió ó mató un turco, capitán de aquella galeota, de lo cual se enojó mucho Caramani, capitán mayor de la armada, diciendo, que durante las treguas le habían muerto aquel turco, y que por esto no tomaría el rescate sino en dinero, que ya tenía paños. Y teniendo concertado el rescate de Francisco de Mendoza en ochocientos ducados, le crecieron ochenta y seis ducados por aquel arcabuzazo que soltaron de Gibraltar y turco que hirieron; y antes que creciesen más moneda dieron luego los ochocientos y ochenta y seis ducados en oro por Francisco de Mendoza, y sacáronlo viernes, cuasi noche, herido, desnudo, cubierto solamente con un alquicel. . . 

Decia este Mendoza que los turcos le hicieron curar con gran diligencia, y que lo visitaban algunos dellos consolándolo, y que la lengua que más oía era la castellana. Entre otros que lo vieron y visitaron fue un renegado llamado Cataño, el cual, según dicen, era hombre sosegado, y de tan gentil lengua castellana, y tan cortada, como el más gentil cortesano de España la pudiera hablar; y le dijo que se consolase porque su prisión sería breve, y que ya se trataba de su rescate. Y el Mendoza hacíase muy enfermo y más aquejado, porque con temor de su muerte tomasen luego el rescate y lo soltasen . . .  

 Otro día, que fue sábado á once de Septiembre, andando en los tratos de rescatar las sesenta y nueve personas que hablan sacado captivas de Gibraltar, algunos particulares quisieran rescatar á sus hijos, mujeres y hermanas, mas la ciudad no lo consintió, diciendo que más barato se rescatarían todos juntos que cada uno por sí; y por esto cesó el rescate particular, y al fin se vinieron á concertar en que diesen cuatro mil y seiscientos ducados; la mitad en mercadería y la mitad en dinero, ó oro ó plata. 

Y puesto que, si con diligencia quisieran buscarlos, vecinos había que tenían dineros y hallaran la cantidad que bastara á la mitad del rescate, mas alargaron la contratación porque los turcos viniesen á tomarlo todo en mercaduría; y juntaron entre sí ochocientos ducados, y por el restante escribieron al marqués de Tarifa, que estaba en Tarifa, para que se los prestase. Y llegaron los mensajeros sábado en la noche al Marqués; y en tanto que venían los dineros, salían personas de Gibraltar y entraban en la armada de los turcos, á verlos, y de los turcos salían de la armada y entraban en la ciudad, á comer por los bodegones. 

Este dia sábado, de mañana, murió aquel animoso, y aunque no bien afortunado caballero, Juan de Senabria, hijo de Andrés Zuaco de Senabria y su mayorazgo; fue tanto el llanto general y particular que los ciudadanos tuvieron por la muerte deste caballero, que olvidaban el saco y trabajos particulares, solamente lloraban su muerte, porque estimaban mucho su persona, por sus buenas costumbres y maneras. . . 

Su padre, Andrés Zuaco de Senabria, no puso luto por él, como persona, sabio y prudente, pareciéndole que no se debía hacer sentimiento por muerte tan justa, tan honrada, y tan bien empleada como su hijo moría. 

Extranjero . . . ¿Esos Senabrias descienden de aquel muy nombrado caballero Men-Rodriguez de Senabria, de quien la crónica del rey don Pedro hace tanta mención? 

Autor, Sí son; porque Juan de Senabría de Losada, abuelo de Andrés Zuaco, fue el primero deste linaje que vino á Gibraltar cuando se ganó á los moros, y él era de Galicia, donde es la casa destos caballeros, y era tercio nieto de Men-Rodriguez. . . . . dejemos los cuentos diversos y vengamos á lo de Gibraltar. Tres cristianos, de los que traían los turcos forzados al remo, se echaron de las galeras con sus cadenas y el uno se ahogó en el mar, y los dos salieron á nado y viniéronse á Gibraltar. 

Extranjero. ; Enojáronse los turcos. .  ?

Autor, No lo sé; pero sé que los turcos recibían los que se iban para ellos. 

Extranjero. ¿Y fuese alguno? 

Autor. Un converso de judío y otro cristiano viejo fueron en un barco á ver la armada de los turcos, y el converso dijo al Capitán general: "Señor yo soy de la ley de Moisés y judío de nación, aunque porque no me quemasen los cristianos he vivido entre ellos haciendo muestras de cristiano; y pues se me ofrece tan buen aparejo para ir á vivir con los judíos mis parientes que están en África, gran merced me haréis en llevarme allá." 

Mandó entonces el capitán que le echasen una cadena y lo pusiesen al remo, hasta que llegase á Argel, porque no sabía si venía fingiendo aquello para hacer algún mal recado. El otro cristiano viejo que iba con él no vio la hora de salir, y volviéndose á la ciudad contó lo que había acaecido al judío. . . 

Este día sábado, en amaneciendo, se supo la nueva en Medinadonia de la venida de los turcos á Gibraltar, y partieron luego de la ciudad sesenta lanzas y cien peones al socorro. Este día sábado, á las siete de la mañana, se supo la nueva en Xeréz, y salieron della hasta veinte de caballo sin esperar al cuerpo de la gente de la ciudad, y estos alcanzaron á los de Medina y entraron juntos en Gibraltar. 

Extranjero. En otras partes se extendería la fama deste hecho? 

Autor. Y cómo se extendió; proverbio es que el bien suena y el mal vuela. Estando yo en Sanlúcar de Barrameda llegó la nueva, este di a sábado á las once del día, y no sólo daba cuenta de la pérdida de Gibraltar, más que la armada de los turcos pasaba de ciento y cuarenta velas, y parte dellas tenían cercada la isla de Cádiz. Fué tan grande la alteración que en los ánimos de todos se asentó, que el dolor trabó á todos las lenguas, que como atónitos viérades andar hombres y mujeres por las calles. 

Extranjero. Don Juan Alonso de Guzmán, duque de Medinasidonia, hallóse ahí en Sanlúcar? 

Autor. Sí. . . . Sintiólo como era razón; y tanto cuanto más fue su sentimiento tanto más vacilaba en su pensamiento, y revolvía el orden que podría tener en remediar daño tan grande. Más porque el peligro era evidente, no dilató su partida más de cuanto despachó dos correos, el primero á su ciudad de Medinasidonia y á sus villas Xímena, Bejer, Conil, Chiclana, Gausin y su tierra, que están todas á la redonda de Gibraltar, mandándoles que, dejada guarnición convenible en sus fortalezas, los  demás fuesen al socorro de Gibraltar, y que en la salida no hubiese ninguna dilación . .  

El Duque ( de Medinasidonia ) me mandó ir delante con toda presteza á Gibraltar, á ver y reconocer el estado en que aquella ciudad estaba, y el orden y manera que los turcos tenían; y. si por ventura fuesen salidos los turcos, que dijese á los caballeros de Gibraltar cuanto le había pesado de sus trabajos, que los había sentido como propios, ansí por amor particular que á cada uno dellos tenía, porque los tenia por parientes y amigos  como por el bien general de aquella ciudad donde sus pasados habían derramado su sangre, y por reverencia de los huesos del conde de Niebla, su tercero abuelo, que en ella están. . . 

Y con veinte de caballo fuimos á toda furia á Gibraltar; y yendo ansí encontramos un mensajero, que enviaba Gibraltar al Duque, con cartas, teniéndole en gran merced el socorro tan grande que eran avisados que les iba á hacer, y á hacerle saber como el primero socorro que tuvieron fue de los vasallos de su villa de Ximena, y después de los de Medinasidonia, Arcos y Ronda y de otras partes, y que los turcos se habían salido de la ciudad y estaban de paz tratando el rescate de los captivos, y que con la gente que los había ido á socorrer estaban no tan solamente seguros de los turcos, mas tan ocupados que no cabían en la ciudad ni había que les dar de comer, y que los comenzaban ya á despedir; por tanto, pues no era ya necesario el socorro le suplicaban no trabajase en pasar la sierra sino que se volviese á poner cobro en sus villas de la costa, porque por ventura, sabiendo los turcos que la gente había salido dellas al socorro, no fuesen sobre ellas. . . 

Las veinte lanzas que Íbamos á Gibraltar tomamos por el camino alto, porque nos decían que los turcos estaban en el bajo que va por la playa, y aunque tiraban á los que pasaban cerca, entramos en la ciudad, y yo le di mi embajada y carta del Duque y ellos se holgaron mucho con el favor y mercedes que el Duque les escribía. . . 

Y este día domingo salieron ( los Turcos ) á hacer aguaje en unos pozos que están en el pradillo delante de la ciudad, á la puerta de tierra, sin que persona alguna de los cristianos les hiciese mal, antes algunos los ayudaban á henchir las botas y á cargarlas en los esquifes. 

Extranjero. Por qué los de Gibraltar les dejaron tomar agua á la puerta de su ciudad? 

Autor,.Por que bebiesen y no se ahogasen de sed los hijos, mujeres y hermanos, que allá tenían los turcos captivos; y porque era condición que sacaron en el rescate, que les dejasen tomar agua. . . 

Extranjero. ¿Qué se hizo de esos turcos muertos que quedaron en la ciudad? enterráronlos? 

Autor . No; cada uno quedó en el lugar do lo mataron. ¿No basta que sus ánimas fueran sepultadas en el infierno? los cuerpos después de muertos poco daño les escarecer de sepultura, porque cuasi tanto se podrecen los cuerpos fuera de los sepulcros como dentro dellos . . 

Extranjero. ¿Cuántos cristianos murieron en la refriega? 

Autor. Solos doce murieron. 

Extranjero. ¿A qué esperaban que no rescataban los captivos? 

Autor. A los dineros que habían de venir de Tarifa . .  A la noche vino nueva como eran idos los turcos, y Gibraltar quedaba, libre, en poder de cristianos, sin ser necesario el socorro . .  

Extranjero. . . .Y pues en todo me habéis hecho placer, éste no me neguéis, que es decirme vuestro nombre y vuestra patria ó lugar donde residís, para que, si Dios me diere ventura de volver de las Indias, para do agora me quiero embarcar, os visite como á persona á quien quedo en mucha obligación. 

Autor. Deciros lo hé para que si Dios os trajere con bien, como yo deseo, os haga todo placer y servicio. Yo me llamo Pedro Barrantes Maldonado, mi naturaleza es la villa de Alcántara, cabeza de la orden y caballería della; mas justo es que vos me digáis vuestro nombre para que yo sepa con quién hablo. 

Extranjero. Yo tuve una cuestión en mi tierra, por la cual me paso á las Indias, y vendríame mucho daño si tanta 
gente como aquí vamos lo oyese, pero al oído os lo quiero decir. 

Autor. Holgado hé de saberlo, y con tanto nos entremos en la posada.